Fecha
11 de Diciembre, 2025
Autor
PROQUINSA
Lectura
15 min
La acuicultura (el cultivo de peces, mariscos y plantas acuáticas) constituye un pilar estratégico de los sistemas productivos modernos. Se define como el conjunto de actividades, técnicas y conocimientos orientados a la crianza controlada de organismos acuáticos, tanto vegetales como animales, y constituye una actividad económica crucial para la generación de alimentos, materias primas industriales y farmacéuticas, así como de organismos destinados a la repoblación o a fines ornamentales.
Además de su aporte directo al suministro de alimentos, la acuicultura se plantea como una solución frente a la sobrepesca y como una vía para abastecer tanto a la población humana como a la producción animal. Por ello, mantiene una estrecha relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Sobrepoblación y demanda creciente de alimentos
Los organismos internacionales especializados advierten sobre los desafíos derivados del crecimiento poblacional y de las crecientes necesidades de alimentos e insumos. Las condiciones ambientales, sociales y económicas actuales han generado un escenario crítico: se estima que la población mundial superará los 9,300 millones de habitantes hacia mediados del siglo XXI. Paralelamente, se evidencia un deterioro acelerado del ambiente, una reducción progresiva de los recursos naturales, una pérdida significativa de biodiversidad y los riesgos asociados al cambio climático (Bulege, 2013).
Frente a esta situación, la FAO proyecta que la agricultura global deberá incrementar su producción en casi un 50 % respecto a los niveles de 2012, y en regiones como África Subsahariana o Asia Meridional, será necesario duplicar o triplicar la producción agrícola para atender la demanda creciente (FAO, 2017). Esto implica optimizar los índices de productividad, priorizar la eficiencia y reducir el impacto ambiental, produciendo no solo más, sino también mejor.
Rol estratégico de la acuicultura
En este contexto, la acuicultura se posiciona como una alternativa esencial para cubrir las necesidades nutricionales del futuro mediante alimentos de alta calidad y de menor impacto ambiental. Ofrece, además, bienes de uso diverso y servicios ecosistémicos relevantes. Se desarrolla en ecosistemas marinos, dulceacuícolas y salobres y permite aprovechar zonas poco utilizadas o subutilizadas para la producción.
Actualmente, se cultivan más de 500 especies acuáticas, que presentan una de las huellas de carbono y de agua más bajas entre los sistemas de producción animal. Las especies cultivadas presentan, además, una elevada eficiencia en la conversión de insumos en biomasa comestible. Sus productos contienen aminoácidos esenciales, vitaminas, minerales y ácidos grasos omega-3, fundamentales para el funcionamiento óptimo del sistema nervioso, circulatorio e inmunológico (FAO, 2017).
Desafíos para el crecimiento del sector
El avance de la acuicultura enfrenta desafíos significativos. La producción deberá ampliarse para satisfacer una demanda creciente de algas, peces y mariscos en un contexto de pesca extractiva estancada o en declive. Asimismo, el aumento del consumo de productos acuáticos ha elevado los estándares del mercado, que exige mayor calidad, diversidad, inocuidad y trazabilidad.
La competitividad futura del sector dependerá de la incorporación de tecnologías avanzadas, de la diversificación de especies y del cumplimiento de estándares internacionales (Hicks, 2016).
Acuicultura y los objetivos de desarrollo sostenible
La acuicultura desempeña un papel central en el cumplimiento de varios ODS definidos por las Naciones Unidas:
Durante la mesa redonda de directores generales de la industria de productos marítimos en 2020, se destacó la importancia de los productos del mar para la seguridad alimentaria global y se subrayó la necesidad de integrar la acuicultura y la pesca en un sistema alimentario sostenible a largo plazo.
Bibliografia: