Fecha
18 de Julio, 2025
Autor
PROQUINSA
Lectura
15 min
“El daño ambiental y el cambio climático están impulsando la crisis de acceso al agua a nivel mundial. Las inundaciones, la sequía y la contaminación del agua se ven exacerbadas por las condiciones de la vegetación, los mares y los ríos. Cuanto más se degrada el ecosistema, más difícil es garantizar el acceso de toda la población mundial al agua potable”, señaló la Organización de las Naciones Unidas en 2018.
Nos enfrentamos a un estado alarmante en el que la pregunta más apremiante es: ¿cómo reequilibrar el ciclo del agua y mejorar la salud y la habitabilidad de nuestro planeta? O, en nuestra materia de trabajo, ¿cómo proteger el agua frente a los productos químicos?
Los antecedentes
Uno de los problemas más urgentes que enfrenta nuestro planeta es reducir la contaminación del agua. Además, uno de los mayores desafíos que afrontará la humanidad en un futuro próximo será la escasez de agua potable debido al cambio climático y al aumento de los períodos de sequía. Esto, sumado a los altos niveles de contaminación de las fuentes de agua, está provocando que dispongamos de menos agua segura para el consumo.
El ser humano lleva décadas provocando, con su actividad, un impacto ambiental al que, si no ponemos fin cuanto antes, el daño a los ecosistemas y al medio ambiente será irreversible.
Las distintas industrias químicas son necesarias para el ser humano, por lo que es importante implementar acciones para aumentar la eficiencia en el consumo de agua y evitar vertir en ella productos que la contaminen.
El desastre de Sandoz
Un ejemplo de lo que debemos evitar es lo sucedido en el año 1986. En las primeras horas del 1 de noviembre, estalló un incendio en un almacén perteneciente a la compañía de productos químicos Sandoz en la zona industrial de Schweizerhalle, en las afueras de Basilea, Suiza. Ardieron alrededor de 1.351 toneladas de plaguicidas y agroquímicos.
Este incidente provocó un derrame de 30 toneladas de insecticidas, plaguicidas, colorantes y mercurio. Estas sustancias se mezclaron con los 15 000 m³ de agua utilizados para extinguir el fuego, que finalmente fueron vertidos en el río Rin. El sistema de alarma de catástrofes ambientales de los cinco países por los que discurre el Rin no funcionó, y la empresa Sandoz no informó correctamente sobre los vertidos, aunque posteriormente sí asumió la completa responsabilidad del suceso.
También hubo problemas al informar a la población por parte de las autoridades, puesto que el aviso se dio en alemán, idioma que no toda la población afectada entendía.
El accidente afectó el río Rin: lo tiñó de rojo, mató a miles de peces y cubrió la ciudad con una humareda acre. Fue uno de los peores desastres ambientales de Europa y ocupó los titulares de la prensa mundial.
A pesar de que no hubo pérdidas humanas, las consecuencias ambientales fueron catastróficas: la contaminación llegó 500 km río abajo; murieron aproximadamente 500.000 peces; en Alemania se encontraron más de 150.000 anguilas muertas; y en Suiza los peces e insectos se extinguieron temporalmente. Además, 40 plantas de tratamiento de agua ubicadas a lo largo del Rin tomaron medidas preventivas para detener o reducir la captación de agua.
Solo 20 años después, en 2006, el Rin fue declarado nuevamente un «río vivo» por la Comisión Internacional para la Protección del Rin.
En cuanto a la responsabilidad por el desastre, únicamente dos bomberos fueron acusados de contaminar el río como resultado de sus acciones de lucha contra el incendio, y la dirección de Sandoz no fue responsabilizada. No obstante, la compañía pagó 43 millones de francos (49 millones de dólares en ese momento) en compensación a Suiza, Francia, Alemania y Países Bajos.
Han pasado más de 30 años desde el desastre Sandoz y aún queda trabajo por hacer. En todos los estados, los esfuerzos deben continuar sin descanso. Esto también implica un monitoreo continuo de la calidad del agua y la implementación de numerosas medidas aún pendientes.
Entonces, ¿qué medidas pueden tomar las industrias?
Cubetos de retención
Un cubeto de retención es una de las soluciones viables para contener derrames, dentro de los llamados «sistemas de contención». Es decir, son dispositivos o elementos diseñados para retener productos químicos peligrosos que puedan dispersarse debido a fallas de estanqueidad en otras partes de la instalación. Incluyen salas de retención, cubetos, tanques de contención, sumideros, tuberías, recipientes o superficies donde los productos químicos peligrosos quedan retenidos o desde los cuales son evacuados.
Estos cubetos pueden encontrarse en diferentes materiales: acero (para productos inflamables), acero inoxidable (para materiales corrosivos) y polietileno (para ácidos, bases y alcalinos).
Productos para la detección y gestión de derrames
Las industrias pueden implementar los siguientes productos para evitar y contener accidentes:
Los absorbentes son materiales auxiliares para el control de derrames, utilizados para la absorción de pequeñas cantidades y manchas de aceite y de productos químicos.
Existen principalmente dos tipos de absorbentes:
Incluyen:
Pueden estar hechos de:
Especificidad según el tipo de derrame
Es importante recordar que los absorbentes también tienen grados de especialización según el tipo de derrame que se busca tratar:
Nuestro compromiso con la sostenibilidad
Proteger nuestras fuentes de agua exige una combinación de prevención, monitoreo y gestión responsable de los productos químicos. En este camino, PROQUINSA trabaja continuamente para ofrecer soluciones seguras, asesoría especializada y productos diseñados para minimizar el impacto ambiental de las operaciones industriales. Su compromiso es acompañar a las empresas en la implementación de prácticas más sostenibles y en la adopción de tecnologías que contribuyan a preservar uno de los recursos más vitales del planeta: el agua.